Entrevistamos a Adriana Mufarrege, reconocida artista cordobesa, quien egresó de la Escuela de Artes de la Universidad Nacional de Córdoba como Profesora Superior de Educación en Artes Plásticas en 1987.
Estudiando su biografía descubrimos que es una artista polifacética: ha realizado exposiciones de pintura en distintas ciudades del país y ha ilustrado libros de literatura infantil. Fue docente a nivel primario, secundario y terciario y ha trabajado en serigrafía artística y publicitaria. Además ha participado de charlas, disertaciones y programas de radio en su provincia además de integrar la cuerda de contraltos en distintos coros.
Un lujo tenerla en nuestra sección de entrevistas para compartir sus vivencias en relación al mosaico con todos nuestros queridos lectores.
¿Como fue tu primer contacto con el mosaico?
Aunque soy egresada de la Escuela de Artes de la Universidad Nacional de Córdoba (hoy Facultad de Artes) no recuerdo haber estudiado nada sobre mosaico, ni siquiera en Historia del Arte. En el año 2006 asistí a un curso de postgrado sobre pintura al fresco con un profesor de la Facultad de Artes, Oscar Gubiani. Durante una clase sobre la historia de las técnicas murales, el profesor mencionó el mosaico y mostró algunas imágenes; también dijo que tenía pensado dictar otro curso sobre mosaico, pero finalmente no lo hizo, o yo no me enteré.
En 2010, cuando yo había tomado la titularidad como maestra de Educación Visual en la misma escuela primaria donde trabajo actualmente, un día pensando en alguna actividad diferente para entusiasmar a un grupito de niños difíciles de sexto grado, recordé la técnica de mosaico que había mencionado ese profesor. Yo no sabía absolutamente nada, así que comencé a averiguar, primero por internet, luego llamando a mi profesor y visitando a una artista cordobesa egresada de mi misma Escuela de Artes, Noël Loeschbor, que hacía mosaico (además de grabado y arte textil). Así fui recabando información, por aquí y por allá. Apoyada por el equipo directivo de la escuela, hice las primeras experiencias con los niños: revestimos algunos bancos del patio, hicimos cartelería interna y un gran mural en el patio.
El año siguiente (2011) comencé a experimentar en mi propia obra de artista y en formato pequeño sobre soportes de mdf o madera. Entonces se me abrió un universo nuevo, puedo decir que fue un antes y un después en mi vida de artista y en mi vida en sentido amplio, también.
¿Qué representa el mosaico en tu vida y por qué lo elegís por sobre el dibujo y la pintura si bien hay varias obras tuyas donde fusionas todas las técnicas?
Yo soy esencialmente una pintora; en pintura me formé y en pintura me expresé la mayor parte de mi vida adulta. El mosaico me llegó en un momento en que estaba aburrida de mi propia forma de pintar, la cual ya no me reportaba ninguna sorpresa. Por eso mismo, había experimentado con técnicas mixtas (collage y acuarela, acuarela y lápices de color) aplicadas a ilustración de libros para niños.
Mi forma de pintar estaba fuertemente anclada en la realidad visible, basada en fotografías que iba tomando durante años y años; con las fotos elaboraba bocetos bastante detallados y luego pintaba sobre bastidor con acrílico u óleo. Raramente trabajaba con modelos del natural. Si bien no por ser realista dejaba de ser un proceso creativo y muy meditado, finalmente me sentía copiando fotos, realizando reproducciones muy elaboradas que a simple vista a la gente les parecían fotos.
El mosaico vino a calmarme esa insatisfacción, porque ¡de pronto yo hacía objetos! Objetos tangibles, con texturas particulares, con diferentes materiales, con espesor, con cuerpo. ¡Ya nadie podía decirme que parecían fotos! Al mismo tiempo, todo se convirtió en una sorpresa (lo sigue siendo): al empezar sólo tenía una idea sobre la composición y el color, pero no sobre la forma en que iba a resolver el mosaico (qué materiales, qué andamento, qué alturas, qué texturas). Fue un descubrimiento maravilloso que me sigue llenando de felicidad y sorpresa.
¿Qué te inspira a realizar una obra?
Sigo siendo una persona esencialmente visual, muy pendiente y sensible a la realidad visible. Por lo tanto, me expreso en un lenguaje realista, como siempre lo he hecho en los diferentes medios artísticos que he utilizado. Es una continuidad. Y dentro de la realidad visible, mi mayor centro de interés es la figura humana. Casi siempre hay una persona dentro de mis obras. En general, es una persona de mi entorno (familia, amigos). La persona que más he tomado como modelo es mi hija. Mi hija y mi hijo han sido mis modelos desde que eran niños, pero especialmente mi hija.
Podría decir que mi tema central como artista ha sido siempre la figura humana en diferentes entornos.
¿Cómo ves el desarrollo del mosaico en Argentina en los últimos años? Y cómo docente, ¿cuáles considerás que son los «temas flojos» que tenemos que apuntalar para crecer?
Creo que el desarrollo del mosaico en nuestro país, en pocos años, ha sido exponencial. Yo empecé hace diez años y lo que se veía eran algunas personas que hacían objetos decorativos de forma bastante elemental, y unos pocos artistas de peso (Jaquelina Abraham, Nushi Muntaabski y Marino Santamaría son los primeros que encontré en internet en esos años). Desde entonces ha ocurrido un boom, por todas partes hay gente experimentando y estudiando (cada uno como puede, porque ya sabemos que la única carrera formal en mosaico está en Mar del Plata). Es un panorama muy rico y muy alentador, que creo que dará grandes frutos con un poco más de tiempo.
Hay una cantidad de gente haciendo arte público en mosaico, pero creo que tenemos una gran carencia en cuanto a fuentes de financiación.
Otra carencia es la falta de educación formal en arte en muchos mosaiquistas, particularmente la falta de dibujo y también una falta de actitud de búsqueda personal e íntima. Digamos, se invierte mucho tiempo, esfuerzo y dinero en la adquisición de materiales, herramientas y destrezas manuales, y poco en aprender a dibujar, a ver el mundo con los propios ojos y dejar de bajar de internet dibujos y fotos ajenos.
Párrafo aparte merece el hecho de que hoy el mosaico es, esencialmente, acá y en todas partes, un arte de mujeres. Somos inmensa mayoría. ¿Por qué? ¡No tengo idea! Les tiro la pregunta a ustedes, como un desafío. ¿Quién se atreve a aventurar alguna respuesta?
Tus retratos impactan no solo por lo impecable de tu trabajo sino también porque en ellos se ven reflejados la personalidad de cada persona retratada, ¿cómo lográs ese realismo con un material tan duro (azulejo, mosaico veneciano o piedra)?
Todo es cuestión de dibujo. De saber traducir las formas de una cabeza a piezas que se puedan cortar en azulejo, vidrio, etc. Es un proceso de síntesis. Y una cuestión de tiempo. Yo empecé a hacer retratos de mis compañeras cuando estaba en la secundaria; toda mi vida he hecho retratos, es una continuidad.
¿La técnica de retratos que enseñas la aprendiste o desarrollaste experimentando? Los alumnos que quieran asistir, deben tener un conocimiento previo antes de tomar el curso?
Todo lo que hago en mosaico lo aprendí sola, experimentando y estudiando a otros artistas mediante libros e internet.
Uno termina enseñando de la misma forma que trabaja uno, aunque no lo quiera, es como inevitable. No me gusta hablar de técnica porque no les enseño una receta ni les impongo una sola forma de hacerlo. Les doy ciertos lineamientos (sobre todo en dibujo y color) pero les propongo alternativas en cuanto al andamento, dejando que se vea el temperamento de cada uno y acompañándolo. Por eso en mis cursos todos los trabajos son diferentes, no sólo porque cada uno aporta su propio modelo, sino porque lo resuelve en mosaico de forma diferente. Eso me parece muy enriquecedor para ellos y para mí. No se me ocurriría llevar la misma foto para todos (o dos o tres fotos) ni imponerles un idéntico procedimiento. Me parece sumamente aburrido y autoritario. Yo quiero que mis alumnos piensen por sí mismos y tomen decisiones, de la misma manera que lo hago yo todos los días.
No les exijo ningún conocimiento previo, sólo un manejo básico de las herramientas de corte.
¿Qué mensaje le dejarías a la gente que hace mosaico?
A los que ya están siguiendo el camino del mosaico como arte, nada! Que sigan!
A los que ya han tomado clases con muchos profes diferentes, a los que han aprendido mil y una formas de cortar, a los que han probado mil y un materiales y soportes pero aún no se han atrevido a encarar una búsqueda personal, les digo: hagan un gran silencio interior, olvídense por un tiempo de todo lo que les han enseñado y pregúntense qué quieren hacer con todo eso, qué tienen para decir con todos esos recursos.
Siempre recuerdo a un gran profe que tuve en la Escuela de Artes. Yo era una estudiante con mucha facilidad para dibujar y pintar de forma precisa y realista. Una vez le llevé a ese profesor (Eduardo Moisset) unas pinturas mías. Él las miró una por una seriamente, y luego me dijo: “Usted es muy habilidosa. Vamos a ver qué hace con esa habilidad”. Yo habré tenido 20 años y no tenía idea de qué hacer, estaba totalmente desorientada (no sólo en el arte sino en la vida), así que su observación me puso tan triste que salí a una terraza y me puse a llorar desconsoladamente.
Han pasado 38 años y sigo en el mismo camino: buscando dentro mío qué hacer, qué decir con esa habilidad. De eso se trata el arte, es una eterna pregunta.
¡¡MUCHAS GRACIAS ADRIANA !!