Cuenta la leyenda que Agartha es un reino etérico situado en el interior de la Tierra, cuyo soberano Melquisedec gobierna sus hermosas ciudades, los habitantes están desprovistos de ego, ira, envidia, codicia, lujuria orgullo, pereza y gula. El sol que allí brilla es permanente porque la luz emana de todas partes. Esta leyenda me llevó a pensar en que la humanidad tiene que volver a recuperar su poder interior latente, esto se logra volviendo a poner el foco dentro de nosotros. El salto a un mundo fantástico no es hacia fuera, sino hacia adentro, es nuestra humanidad, nuestra sabiduría interior, nuestros dones, nuestros defectos, nuestra empatía; tenemos que empezar a empoderarnos y unificar el aprendizaje que hemos tenido en tantos años de oscuridad, unificar las polaridades en las que hemos estado viviendo: el masculino- el femenino, la luz- la oscuridad, el yin – el yang, para llegar a la neutralidad y lograr el equilibrio. Este cambio se hace desde el corazón, conectando con la madre tierra, respetando los tiempos de la naturaleza, amar y respetar a nuestros semejantes, honrar la vida conservando nuestra humanidad, ahí hay que poner el foco para realizar el salto cuántico. La obra está plasmada en diferentes estructuras dispuestas principalmente en tres niveles. El plano central, ocupado por una forma circular iluminado por detrás con una tenue luz cálida y con movimiento. Un plano principal de forma irregular con suaves curvas y bordes recortados que se rompe en algunos sitios dando lugar a pequeños fragmentos que se desprenden. Un tercer plano también de forma irregular, traslúcido, etéreo, realizado con una lámina liviana. La figura central representa el sol de Agartha, realizado en colores cálidos y dorados, representando la energía y la luz que emana, esa energía que debe brillar y moverse en nuestro interior para recuperar nuestro poder latente. El plano principal realizado en mármol y piedras negras, representan la oscuridad que hemos vivido, con sutiles andamentos y pizcas de color azul (espiritualidad), verde (comunión con la naturaleza, fe), violeta (transmutación), turquesa (calma, intuición), emulando las semillas que van germinando en nuestro ser, que se van desperezando y saliendo al exterior. El tercer plano, liviano, etéreo representa el soltar las viejas estructuras para focalizar en el interior.